![]() |
James Ensor, "Masques scandalisées" (1883) |
Hola, amiga mía:
Acabo de dar un largo paseo y mientras caminaba he intentado encontrarle un sentido a todo esto; quiero decir, ¿por qué somos tan idiotas? ¿Por qué nos vendemos tanto? Pero no he podido llegar a una conclusión definitiva. He observado el rostro de la gente que se cruzaba conmigo y no he podido ver ni un ápice de alegría, bondad, empatía. Se supone que estas fiestas prefabricadas son para eso, por lo tanto sólo se puede desprender una idea de tanto desbarajuste emocional: la gente sabe que se prostituye, pero lo hace porque está acostumbrada, aclimatada, habituada; eso tiene un nombre: adicción. Y quizás es más peligrosa que la que producen los derivados del opio, pues no provoca temblores cuando te saltas una dosis; su síndrome de abstinencia sólo produce una pequeña y a veces imperceptible depresión alimentada por el desaliento y la melancolía. Los enfermos pueden ser reconocidos fácilmente porque personifican fielmente su inútil rol en cada representación, llamémosla Navidad, Nochevieja, Año nuevo o como diantres quiera que se llamen esas fechas inquisidoras y realmente amenazantes que engordan las carnes, pero sobre todo alimentan el ego.
Como ya me quejaba ayer, la Nochevieja es la peor de todas. No te puedes imaginar lo absurdo que me resulta celebrar el fin de año según un determinado calendario, en nuestro caso, el gregoriano. ¡Si por lo menos usáramos el persa, que es el más preciso de cuantos se utilizan o se han utilizado! Celebramos un año que se esfuma y para eso nos vestimos con nuestros mejores trapitos, nos calzamos los mejores zapatos que hemos encontrado al mejor precio y disfrazamos nuestras penas con júbilo falso, pero por dentro, sobre todo cuando vomitamos la mierda ingerida con el único propósito de transformar las emociones, nos damos cuenta de nuestro patetismo sombrío, doloroso, amargado, desengañado.
De todas las formas de rebajarse uno mismo, las fiestas prefabricadas para gastar dinero y emborrachar al alma por medio de auto fingida felicidad, son las que más deterioro anímico producen. Pero a los humanos menos avanzados es algo que les importa bien poco. Les es más útil resguardarse detrás de una máscara de ficción y falacias que salir a las calles gritando que están hartos de que se les ordene lo que tienen que hacer, decir, la forma en que pueden comportarse o el precio que deben pagar por pertenecer a una sociedad que envilece, degrada, deshonra, humilla y que oculta a los apestados que no creen en santos, fanfarrias, adquisiciones.....
Yo sólo tengo una posesión; es mi cabeza. Cuando llueve o hace demasiado calor me introduzco en ella. A veces, tengo que sacar una mano y tocar a alguien para comprobar que no estoy sólo. Pero no es la soledad lo que nutre al monstruo interior. El enemigo de cada uno de nosotros esta dentro de nosotros; y en la mayor parte de los casos, es un proxeneta rencoroso que nos vendería por cualquier moneda falsa, sucia, rota, inexistente.....
Querida, este es el último email de este año, pero no de mi existencia. Hubiera querido que fuese como la mayor parte de ellos: alegre, repleto de chistes malos y ejercicios cínicamente controlados, pero ya no tengo ganas. El tiempo avanza, pero la materia gris está estancada. Aunque no creo en prácticamente nada, deseo que tus próximos trescientos y pico días sean mejor que estos últimos. O por lo menos que sigas siendo la misma y tu comportamiento no varíe. Ya quedan pocas personas que no comercien con su dignidad en este planeta que continuamente se reinventa como modo de supervivencia ante tanta estulticia.
Besazos.